El alma en pena de Patrick Melrose

Benedict Cumberbatch es, una vez más, perfecto.

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Tan pronto se estrenó esta miniserie de 4 capítulos, producida por Showtime, la crítica le dio una ovación de pie a Benedict Cumberbatch (como suele pasar con cualquier producción donde esté involucrado el multifacético británico). Y al ver solo el primer capítulo, cualquiera puede entender por qué Cumberbatch es uno de los más grandes actores de la actualidad.

Su interpretación de Patrick Melrose es intensa, con un cuidado minucioso de los detalles de cada una de sus expresiones. Sus ojos, sus manos, y todo su cuerpo se contorsiona o se paraliza con la precisión del Big Ben. Y nos transmite cada detalle de los sentimientos del atribulado Patrick.

Patrick Melrose: Un nombre que representa todo

Patrick Melrose es un hombre lleno de dolor, de misterio y de mucha ira. Aunque parezca muy seguro de sí mismo, es justo lo contrario, un hombre muy inseguro, buscando cualquier excusa para autodestruirse.

Esta miniserie está llena de cinismo (clásico del estilo británico), donde el drama intenso se mezcla con destellos de comedia realmente inteligente e hilarante. La historia, obviamente, gira entorno a Patrick Melrose, y transcurre en el período entre el funeral de los padres, en retrospectiva.

Un padre abusivo y una madre negligente, trazaron el camino que Patrick recorrió durante los primeros años de su vida. Una vida de lujos, pero vacía de cariño, de respeto y de amor. En su crianza se evidencia lo fuerte que son los primeros años de vida para forjar el carácter de una persona.

Lo retorcido de una niñez que termina en una vida de excesos. Para él, todo se reduce a dos opciones:  la autodestrucción y la reinvención. Y en este caso, ambos son explorados en cada episodio, de un extremo a otro. En algunos momentos, no hay luz al final del túnel, y es justo lo que nos deja queriendo ver un episodio tras otro, para descubrir cuál será el destino de Patrick. A veces queremos darle un par de bofetadas para despertarlo y otras, abrazarlo sin decir nada.

Los traumas de la niñez lo persiguen como fantasmas, y aunque a veces decide no escucharlos, nunca lo dejan en paz. Siempre tratando de evadirse, es sencillamente un hombre. Primero muere el padre, y ese hecho desencadena un episodio de locura total dentro de la vida de Patrick, quien decide sumergirse en una droga tras otra, solo para no escuchar a ese particular fantasma de su vida. Pero luego se da cuenta de que lo mejor, es enfrentarlo. Allí es cuando comienza un viaje al pasado, que nos permite entender el por qué de ese odio desenfrenado hacia el hombre que le dio su apellido. Y por último, muere la madre, una mujer que brilló para todos, pero no para él. Una madre que lo trajo al mundo, pero no lo protegió ni lo enseñó a vivir en él.

Una impecable producción

Una puesta en escena perfecta, que explora varias décadas, nos permite adentrarnos en el mundo de Patrick. Desde los escenarios hasta el vestuario, todo muy sencillo pero muy correcto, hace que se sienta el transcurrir de los años de esta muy complicada existencia.

Todos los personajes son interpretados a la perfección, sin opacar al extraordinario Benedict Cumberbatch, sino apoyándolo en cada escena. Y él es, una vez más, extraordinario. Logra hacer que sus ojos sean realmente la ventana al alma de personaje. Son una piscina donde nos sumergimos en el mundo de Patrick.

Su maléfico padre lo encarna Hugo Weaving, quien sencillamente nos hace odiarlo desde su primera aparición. Su desdén ante el mundo y su maldad infinita hacia Patrick, es impecable. Un hombre que se cree superior a todo y a todos, y que lleva la violencia doméstica al extremo.

Jennifer Jason Leigh es la desidiosa madre, que vive en su propio mundo sin importarle lo que pase alrededor, ni siquiera por tratarse de su hijo. Una filántropa preocupada por otros, viviendo en una realidad paralela a la pesadilla de su hijo. Maltratada por el esposo, se refugia en su propia realidad, dejando de lado al pequeño. Nunca lo quiso y eso marcó el destino de Patrick.

En conclusión, es una serie no apta para gente sensible, que profundiza en las consecuencias de una vida de maltratos, llena de drogas y perversión como salida a la realidad, pero que al final, muestra que es mejor enfrentar los problemas y aprender a superarlos, sin esconderlos y sin disfrazarlos. Hay que armarse de valor y verla para aprender de ella, mientras se disfruta de una estupenda producción. La moraleja central: no importa cuánto huyas, los traumas no enfrentados siempre te perseguirán hasta que los encares. Solo así se encuentra la verdadera libertad.

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