Black Mirror: Netflix distópico
Una serie para ver muy de cerca, y evitar reflejarse en ella
Black Mirror es una producción muy particular y diferente a la enorme gama de contenido que tenemos a disposición para ver. No es algo para consumir mientras se chequean las redes, se habla con los amigos, o se hacen manualidades. No se puede dejar de prestar atención, porque cuando menos se espera, hay un giro en la trama, que no necesariamente termina bien…
Además, dejar de tener los ojos en la pantalla, significa que podrías perderte de estupendos efectos visuales que muestran un mundo tecnológico muy atractivo.
Lo primero que hay que tomar en cuenta, como advertencia general es que no es una serie que de esperanzas, ni permita identificarse con algún personaje en particular. Yo diría que es una serie de terror… Terror porque sería fabuloso que todo lo que presenta jamás llegara a ser realidad, pero es tan factible, que da pánico.
Cada episodio es independiente, cada capítulo es una hora de una historia única, donde se presentan situaciones que exploran un futurible invadido por la tecnología, donde el individualismo es cada vez mayor, aunque en realidad todo eso sea el medio para un fin: pertenecer a un grupo, a una comunidad.
El nivel de producción es sencillamente estupendo, con actores de primera categoría que hacen que uno se sumerja en la historia por completo. Con efectos visuales dignos de Hollywood y con una fotografía impecable. Podría decirse que es una serie donde el cerebro no descansa, aunque logra desconectarse por completo de la realidad.
Siempre hay alguien que vigila, en una suerte de Big Brother que siempre está presente. Y ese papel de vigilante pasa del gobierno, a otros “malos” genéricos, al propio espectador. Pues quien ve la serie, es el que realmente está vigilando la situación, quien no quiere ver pero necesita ver más. Es un verdadero ejercicio de voyeurismo, que nos remite a las referencias más “Hitchcockianas” del mundo audiovisual: La ventana indiscreta y Psicosis, donde los personajes vigilaban, pero a la vez eran vigilados hasta por nosotros mismos.
Futuro Virtual
La realidad virtual, en cada capítulo, termina absorbiendo al plano verdaderamente real. Implantes cerebrales, realidad aumentada, visiones precisas, recuerdos borrables e imborrables. Al final, todos los personajes lo que buscan es aceptación. Más likes, más amigos virtuales, más pertenencia a un grupo, más compañía. Huirle a la soledad, a los malos recuerdos, a los malos ratos, es el objetivo principal, no importa el precio a pagar.
Por momentos es una espeluznante mirada al futuro y en otros casos, resulta una muy atractiva ilusión de lo que podríamos lograr tecnológicamente. Pero como siempre, todo depende de las manos en las que caiga esa tecnología.
No hay introducción, no es gradual. Entramos a una historia que da la impresión de estar andando desde hace rato, que va a la mitad, y eso es absolutamente cautivante. Cada historia está muy bien pensada, con un guión muy estudiado y una puesta en escena perfecta.
Pros
- Un súper producto de calidad con muchos episodios disponibles.
- Capítulos independientes, para verlos cuando uno mejor quiera, sin la ansiedad de seguir una historia.
- Súper efectos y prototipos tecnológicos que nos encantaría tener.
Cons
- Ver más de dos episodios seguidos, puede ser riesgoso para el buen ánimo, para la esperanza.
- Puede generar paranoia tecnológica.
- El verdadero miedo que da al verla, es pensar en que nuestra sociedad se vea realmente reflejada en ese Black Mirror.