La intimidad sexual en el matrimonio es vista como expresión de amor y deseo mutuo. La mayor parte de las parejas son generalmente muy sexuales al inicio de su relación, pero la frecuencia y la intensidad de los encuentros sexuales suelen disminuir con el tiempo.
Algunos factores causantes de la disminución del apetito sexual son: el envejecimiento, el deterioro de la relación, la concentración en el cuidado y crianza de los hijos y el exceso de estrés laboral. En términos generales, si Ud. y su cónyuge tienen relaciones sexuales de una a 10 veces al año solamente, encajan en la categoría de MATRIMONIO SIN SEXO.
La falta de sexo puede estar encubriendo problemas más profundos derivados de la presencia de conflictos no resueltos y una mala comunicación. El número de parejas que evitan el sexo está creciendo, inclusive en las parejas jóvenes. Se estima que casi 20 millones de americanos en relaciones estables son sexualmente inactivos.
Si en realidad no tienen sexo porque están demasiado cansados por la crianza de los hijos pequeños o carreras sumamente estresantes, por lo menos tienen que conservar la conexión a través de un contacto físico que genere cierto nivel de intimidad como abrazos, caricias y besos. Lo mismo sirven las “date nights” (citas románticas) y las palabras amorosas. Si le preguntáramos a 100 mujeres qué prefieren: un marido amoroso, afectuoso y tierno o un marido fogoso, la mayoría respondería que lo primero.
Numerosos estudios han demostrado que, si hay uno de los miembros de la pareja que desea tener relaciones sexuales y el otro no, quien las desea padece de frustración y hasta llega a sentir ira y resentimiento, pudiendo inclusive afectar su autoestima. Por otra parte, mientras más la pareja se abstenga de hacer el amor, mayores las probabilidades de que se conviertan en un matrimonio asexual. El sexo es como cualquier deporte o arte, mientras más se practica más se disfruta y se domina. Mientras menos se practica más difícil y menos placentero se convierte el hacerlo. Y lo peor viene cuando la persona que se frustra por falta de sexo cae en la tentación de buscar satisfacer su necesidad fuera del matrimonio.
La situación es distinta si ambos están de acuerdo en no tener relaciones sexuales por cuestiones de edad o salud o cualquier otra causa válida para ambos y suplen esa carencia con mucho afecto. El matrimonio no tiene por qué terminarse porque no hay sexo. Pero, para aquellos que no pueden soportar esta carencia, está la ayuda terapéutica. Busquen ayuda, si quieren seguir casados. Y no esperen a que sea demasiado tarde.
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